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Diferencias entre ciencia ciudadana, participativa y comunitaria

  • Foto del escritor: Daniela Lozano
    Daniela Lozano
  • 17 may 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 30 may 2024


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En un mundo donde los problemas locales y globales requieren soluciones colaborativas, la ciencia ciudadana, la ciencia comunitaria y la ciencia participativa se han convertido en herramientas poderosas para abordar desafíos en muchas áreas. ¿Pero cuál es la diferencia entre estas formas tan particulares de hacer ciencia?


La ciencia comunitaria se despliega cuando un grupo de personas se une en torno a un problema local, buscando soluciones mediante la aplicación de métodos científicos. Dirigidos por científicos expertos(as), estos proyectos buscan mejorar la calidad de vida de la comunidad. Ejemplos comunes incluyen el monitoreo del agua en ríos, la evaluación de contaminantes en el suelo para cultivos o la restauración de ecosistemas en zonas rurales. En estos proyectos, la comunidad desempeña un papel activo en la recopilación de datos, el muestreo y la entrega de información al o los líderes de la investigación. 


Por otro lado, la ciencia ciudadana se enfoca en proyectos científicos más amplios y algunas veces, hasta globales, donde un grupo de personas se une para apoyar la investigación científica en diversos campos. Los participantes, en su mayoría voluntarios(as), se sienten atraídos por problemas específicos y contribuyen entregando datos y conocimientos, pero cabe aclarar que no siempre de manera persistente. Esta forma de ciencia colaborativa ha ganado impulso en todo el mundo, fomentando una investigación más democrática y fortaleciendo las interacciones entre la ciencia, la sociedad y la política (porque muchas veces estos datos escalan a las instituciones públicas para que se tomen mejores decisiones). Un ejemplo muy popular en este enfoque es el monitoreo y avistamiento de aves, donde las personas a través de aplicaciones (app’s), ayudan a capturar y registrar datos que por sí solos los(as) científicos(as) no podrían lograr y en este caso particular, buscan comprender mejor las poblaciones de especies, sus hábitats y los cambios en sus patrones de distribución a causa de la crisis climática que ha alterado todos los fenómenos naturales en la Tierra.


La ciencia participativa, por su parte, es un enfoque más amplio que involucra a la comunidad en todas las etapas del proceso científico, desde la identificación de problemas hasta la generación de soluciones y la implementación de resultados. En este modelo, se promueve una colaboración estrecha entre científicos y el grupo de voluntarios(as), reconociendo la experiencia y el conocimiento local como recursos valiosos para la investigación. La ciencia participativa busca no solo producir conocimiento científico, sino también empoderar a las comunidades  y promover la toma de decisiones informada y basada en evidencia (incluso en su misma cotidianidad).


Con el avance vertiginoso de la tecnología, nuestra sociedad moderna ha experimentado una transformación en la que las personas cada vez están más informadas y, a la vez, son más exigentes con los contenidos que consumen. Esta evolución representa una oportunidad sin precedentes para involucrar a la población en la producción científica, eliminando la percepción de que la ciencia es un campo distante y reservado sólo para expertos(as). En lugar de eso, se presenta la posibilidad de establecer una conexión más estrecha y significativa entre todas las personas, sin importar su nivel de conocimiento.


Aún así, es fundamental no sólo distinguir entre los diversos tipos de proyectos, sino también comprender el profundo impacto que el lenguaje ejerce en la ciencia ciudadana. La terminología utilizada determinará quiénes tienen acceso y participan en estos procesos, y moldeará cómo se valoran y se perciben sus contribuciones. Por ejemplo, al describir los proyectos de ciencia ciudadana como "colaborativos" en lugar de "dirigidos por expertos(as)", se reconoce y celebra la diversidad de conocimientos y experiencias entre las y los participantes, fomentando así una inclusión más amplia y un sentido de empoderamiento. Asimismo, al referirse a los involucrados(as) como "colaboradores(as)" en lugar de "voluntarios(as)" se reconoce la relevancia de sus aportes, y se evita establecer una jerarquía que podría desanimar la participación de las personas que no se consideran expertas en ciencia. 


En este sentido, la elección consciente del lenguaje no solo refleja valores, sino que también puede transformar dinámicas de poder y fortalecer la autenticidad y la equidad en la ciencia ciudadana.


Para el contexto de la crisis climática que no solo es un problema global, sino también un desafío social que requiere soluciones colaborativas y transdisciplinarias, la ciencia comunitaria, ciudadana y participativa desempeña un papel crucial al integrar una amplia gama de perspectivas, conocimientos y experiencias en la investigación y la toma de decisiones. 


Al involucrar a ciudadanos de diversas comunidades y regiones, la ciencia ciudadana no solo amplía la capacidad de recopilación de datos, sino que también fortalece la resiliencia al empoderar a las personas para comprender y abordar los impactos de la crisis en nuestras ciudades y municipios.


Este artículo se construyó con información de:

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