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Cuando la gente del común se junta con científicos(as)

  • Foto del escritor: Daniela Lozano
    Daniela Lozano
  • 27 may 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 31 may 2024


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La crisis climática se ha convertido en un tema de máxima relevancia para las agendas políticas y los medios de comunicación. Representa un desafío global que impacta a todas las regiones y comunidades, exacerbando tanto los fenómenos naturales como las desigualdades existentes. La necesidad de soluciones innovadoras y colaborativas es cada vez más evidente en el camino para alcanzar las metas de mitigación, adaptación y resiliencia acordadas a nivel mundial. Ante esta urgencia, la ciencia ciudadana, participativa y comunitaria emerge como una oportunidad única para integrar a la población en investigaciones científicas, capturando datos de manera colaborativa y generando cambios beneficiosos para los ecosistemas y las personas.


Pero, ¿qué es la ciencia ciudadana?


Según la Fundación Ciencia Ciudadana (Chile), este enfoque participativo “permite que cualquier persona se integre en los procesos científicos, aportando con datos experimentales, planteando nuevas preguntas y creando, en conjunto con los investigadores, una nueva cultura científica. La participación ciudadana agrega valor a los proyectos de investigación; los ciudadanos adquieren nuevos conocimientos y habilidades, así como una comprensión más profunda y atractiva del trabajo científico”.


Aunque en los últimos años ha cobrado fuerza dentro del mundo científico gracias a las aplicaciones y redes sociales que facilitan no solo la conexión entre científicos y personas no expertas, sino también la comunicación, la ciencia ciudadana, comunitaria, participativa o los múltiples nombres que ha adquirido, viene de muchos años atrás.


En el siglo XIX, figuras científicas renombradas como Charles Darwin, Gregor Mendel y Benjamin Franklin llevaron a cabo sus investigaciones con el apoyo crucial de una red diversa de entusiastas de la naturaleza. Por ejemplo, Charles Darwin basó su teoría de la evolución en evidencia proporcionada por cientos de individuos de todo el mundo. Claramente, estos importantes hallazgos en su libro, que le tomó más de 20 años hacer, no los pudo lograr solo. Actualmente, la Biblioteca de la Universidad de Cambridge alberga unas 15 mil cartas que revelan la extensión de esta colaboración, evidenciando la importancia de la interacción entre científicos y personas comunes en el avance del conocimiento.


La correspondencia de Darwin, que abarcó un estimado de 2.000 destinatarios diferentes, no se limitaba únicamente a colegas científicos, sino que también incluía a criadores de animales, jardineros, diplomáticos, exploradores e incluso miembros de su propia familia y religiosos. Esta colaboración no sólo impulsó las investigaciones de Darwin, sino que también llevó la ciencia a más personas al permitir que individuos de diversos orígenes y niveles de conocimiento participaran monitoreando especies, analizando y recopilando  datos en la correspondencia, desafiando las barreras elitistas de la época.


Otro ejemplo es GLOBEWeather, comenzó en 1994 y aún continúa.Es una plataforma donde estudiantes de escuelas asociadas al programa participan activamente en la exploración y comprensión de fenómenos meteorológicos y tormentas. A lo largo del curso de cinco semanas, los jóvenes recopilan datos y realizan sus propias observaciones según los protocolos establecidos por GLOBE.


Para garantizar la calidad de los resultados, un grupo internacional de científicos analiza y observa la selección de procedimientos de medición que aplican los estudiantes. Desde la perspectiva de la ciencia ciudadana, este programa brinda la oportunidad de contribuir a la comprensión y documentación de los fenómenos climáticos, promoviendo una mayor participación pública en la investigación científica y el conocimiento de los impactos en el ambiente.


iNaturalist también es un referente en esta modalidad. Se trata de una aplicación que desde 2008 permite a cualquier persona compartir fotos y observaciones detalladas de plantas, animales, hongos y otros organismos que se encuentren en su entorno natural. Esta plataforma ha generado una extensa base de datos global de biodiversidad, con millones de observaciones registradas en todo el mundo.


Los datos recopilados por los usuarios de iNaturalist han tenido un impacto significativo en la investigación científica y la conservación de la biodiversidad. Por ejemplo, han ayudado a los(as) científicos(as) a identificar nuevas especies, a comprender mejor la distribución de las que ya existen, además de monitorear cambios en los ecosistemas y guiar decisiones de carácter ambiental.


La participación ciudadana en la recopilación de datos climáticos no solo ayuda a llenar los vacíos de información, sino que también fortalece la base de conocimientos disponibles para la toma de decisiones políticas y estratégicas.


La ciencia ciudadana no solo democratiza el acceso al conocimiento científico, sino que también fomenta un sentido de responsabilidad y acción colectiva frente a los desafíos que el mundo enfrenta no solo en temas ambientales. Al empoderar a las personas para que se conviertan en agentes activos del cambio, se fomenta una cultura de colaboración y compromiso con el mundo científico que no es exclusivo de las personas expertas.


Este artículo cuenta con información de la Fundación Ciencia Ciudadana en Chile.


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